En el universo económico hay un sector invisible, pero que es el soporte concreto de la economía real (aquella palpable que en las estadísticas y números exhibe el trabajo formal o remunerado, visible y comprobable).
Este campo, también llamado «economía reproductiva» por los economistas, porque ayudan a crear valor, está compuesto por las trabajadores domésticas, que son mayoría absoluta, aunque también hay varones que prestan servicios. Las amas de llave, mucamas, lavanderas, niñeras, cocineras, jardineros y choferes son los ejemplos.
Estas personas integran el grupo de los que menos dinero ganan por las horas que brindan sus servicios para que los patrones y sus hijos consigan títulos académicos, desarrollen sus profesiones y multipliquen sus ingresos.
De acuerdo con la Dirección de Estadística, Encuestas y Censos (Dgeec) en su publicación Encuesta Permanente de Hogares 2011, el promedio de ingresos mensuales de la población ocupada en 2011 para los empleados domésticos llegaba a G. 876.482.
Es la franja más baja en ingresos monetarios de la pirámide poblacional con empleo estable, explicó el economista Ricardo Rodríguez Silvero.
El porcentaje de empleados domésticos sobre la población ocupada fue de 6,5% en todo el país el último trimestre. La gran mayoría de los trabajadores domésticos corresponden al sexo femenino (90%). De estas mujeres solamente el 60% ha culminado el sexto grado de la primaria; y solo dos de cada diez llegan a culminar los estudios secundarios. Una vez dentro de este oficio ya les resulta difícil continuar estudiando.
(Última Hora, Miguel Benítez – 1 de octubre de 2012).
Fuente: Reseña «Niñez y Adolescencia en los Medios» de la Agencia Global de Noticias